¿Y aquí?

Bolsonaro prohibió la "ideología de género" en las escuelas primarias de Brasil

Bolsonaro comenzó a cumplir su promesa de campaña de erradicar la "ideología de género".

Jair Bolsonaro ordenó al ministro de Educación, Abraham Weintraub, que prohíba la "ideología de género" en la enseñanza básica, cumpliendo así una de sus promesas electorales y avanzando en la rígida postura de suprimir la tendencia en ese sentido que habían marcado los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff. Se espera que la medida levante una ola de críticas, especialmente de los sectores docentes, muy críticos de las políticas de Bolsonaro.

"Di orden al Ministerio de Educación para que prepare una propuesta legislativa que prohíba la ideología de género en la enseñanza básica", anunció en Twitter Bolsonaro. Y justificó su decisión en "el principio de protección integral a la infancia, previsto en la Constitución" nacional brasileña. Bolsonaro es consecuente con su propia ideología, el evangelismo conservador. Hay sólo dos mujeres en su gabinete (sobre un total de 22 ministros). Una de ellas es Damares Alves, titular de la cartera de Mujer, Familia y Derechos Humanos, que en su discurso de toma de posesión marcó claramente sus límites ideológicos: "Comienza una nueva era en Brasil, en la que los niños visten de azul y las niñas de rosa". No hay matices ni nada que perturbe las rígidas categorías de la ministra.

La ministra Alves también aseguró que el Gobierno tiene la misión de hacer entender a los niños de entre cuatro y cinco años que las mujeres deben tener igualdad de derechos y oportunidades, pero que deben ser tratadas diferente "por ser mujeres". Y su aporte el 8 de marzo fue lanzar una campaña contra la violencia de género llamada "Salve una mujer" protagonizada por maquilladores, estilistas y manicuras.

Con su característica precisión para manejar conceptos abstractos (o tal vez para contribuir a la confusión general), el jefe de Alves llama "ideología de género" a la "identidad de género". La identidad de género es la percepción psicológica que un individuo tiene sobre sí mismo en cuanto su propio género. Puede o no coincidir con sus características sexuales y se concibe como un derecho a la diversidad sexual. Rompe con preconceptos culturales y sociales ya que evita restringirse sólo a lo femenino y lo masculino. Se considera que es un derecho humano central dado que defiende la libertad de elección sin distinción y aceptando las minorías sexuales que representa el movimiento LGBT.

Brasil no tiene una ley específica sobre identidad de género, como sus vecinos Argentina y Uruguay, pero hay una decisión importante del Tribunal Supremo Federal, de marzo del 2018: por un fallo unánime, se permite que personas trans mayores de 21 años cambien su nombre en el registro civil, sin necesidad de haber pasado por una cirugía de reasignación de sexo, que antes de este fallo era un requisito obligatorio. Bolsonaro, un militante evangélico ortodoxo, se opuso vivamente a este fallo durante su campaña y también al matrimonio entre personas del mismo sexo, una ley aprobada en abril de 2013.

El líder ultraderechista llegó al poder prometiendo, entre otras cosas, "combatir la ideología de género". Bolsonaro, que llegó a decir que su única hija fue una "debilidad" después de tener cuatro hijos varones, generó una fuerte reacción en los grupos feministas, que protagonizaron masivas movilizaciones en su contra.

Dos semanas atrás, el presidente brasileño participó por segunda vez en este año en la "Marcha para Jesús", un evento organizado por diferentes grupos evangélicos en Brasil, e insistió en su propia concepción de matrimonio, compuesto solo por "hombre y mujer", como base de "la única familia posible". Su participación fue un nuevo apoyo a los grupos evangélicos brasileños, cuyo apoyo fue fundamental para que ganara las elecciones. 


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